domingo, 2 de agosto de 2009

Informe de la investigación

- Realizo en primer lugar la recolección de datos sobre la guerra de Malvinas, para comprender el contexto histórico de 1982. Diarios de la época, documentales sobre la guerra.
- Chequeo de la información recolectada, empezar a buscar el disparador sobre el tema.
- Formulario de preguntas sobre la guerra a los ex combatientes entrevistados.
- Se realiza la primera entrevista al ex combatiente Raúl Ponce en la localidad de Zavalla, fue realizada en formato de audio (MP3).
- La segunda entrevista se realiza al ex combatiente Franco Gutiérrez de la localidad de Pérez, quien no se dejó grabar su audio.
- Una vez chequeadas ambas entrevistas se llevó a cabo la realización del texto.


Aunque el eje de la investigación era otro, porque iba a contar la guerra desde adentro y como se veía desde afuera de las islas, me pareció interesante contar como se entrelazan la vida de dos soldados durante la guerra, porque primero desembarcan juntos pero no se conocen,y es casi al final de la guerra cuando se conocen y forjan una amistad que hasta el día de hoy sigue.

Sobrevivientes


Era 2 de abril y Raúl estaba contento porque volvía a su pueblo natal, Obispo Trejo, había terminado el servicio militar y se dirigía a firmar su baja del ejército en el destacamento de Córdoba. Cuando llegó a la oficina de su superior, notó una expresión de fastidio en su cara y de preocupación, justo en ese momento se trasmitía en la radio, el mensaje que Raúl Ponce nunca esperó escuchar, él junto a toda su compañía tenía que presentarse ante sus superiores urgente. Ya sea por instinto o por versiones, Raúl sabía que no era normal esa orden, incluso se puso a pensar en su último día en el servicio militar cuando, aún sabiendo que era el último día de la clase 63, estuvieron realizando ejercicios bélicos y en el momento que se enteró que iba a Malvinas una sensación de orgullo y miedo invadió su cuerpo.

Mientras tanto en otro lado del país Franco Gutiérrez hacía una vida normal como cualquier pibe de 18 años, trabajaba como repartidor de una verdulería en la ciudad de Pérez, había terminado el servicio militar el 6 de marzo de 1982. A la tarde después de una buena siesta se juntaba con sus amigos en la vieja sede del Club Nueva Unión. Pero su vida cambió cuando ese 2 de abril escuchaba las primeras noticias sobre el desembarco en Malvinas, en ese momento él sabía que tarde o temprano lo iban a llamar. Franco no imaginaba lo que era una guerra, sólo había leído sobre la Primera y Segunda Guerra Mundial, pero nunca pensó que en pocos días entraría en combate. Fue el 9 de abril de 1982 por la mañana él recién se despertaba, sonó el timbre dos veces y su madre abrió la puerta e ingresó un hombre uniformado, de piel colorada y el pelo bien morocho con ojos que llamaban la atención, ni bien entró el soldado le entregó un telegrama a Franco donde le informaba que tenía que reincorporarse al Destacamento de Córdoba junto con la clase 62.

Raúl no tuvo tiempo de despedirse de su familia, él junto a otros soldados subieron al camión del ejército, un camión de color verde, al viejo que tiraba mucho humo y no tenía cúpula. Por un momento Raúl no pensó que estaba yendo a la guerra, en cada lugar que pasaba el camión era recibido con aplausos y al grito vamos Argentina, parecía que iban a “jugar el mundial”. El primer destino fue Comodoro Rivadavia donde había un viento que te helaba la sangre, allí Raúl esperó dos días hasta que llegara el otro destacamento de soldados de córdoba.
Franco se despidió de su madre y le dijo que volvería lo mas pronto posible, él sentía la vocación por la causa nacional que era recuperar las islas, nunca, hasta mucho tiempo después, pensó en las consecuencias de esa aventura bélica ideada por los militares que estaban en el poder nacional. Cuando llegó a Comodoro Rivadavia Tenía una ansiedad por entrar en las islas que apenas pisó tierra después de desembarcar las piernas les temblaban.

Cuando Raúl pisó por primera vez las islas, sintió un frío, como una señal del destino que le decía que vuelva. Él no creía en esas supersticiones y siguió caminando, al entrar en el pueblo la gente se escondía horrorizada, niños corrían a sus casas, para los habitantes los soldados argentinos eran invasores. Gente que nunca antes habían visto por esas tierras. En ese momento Raúl dudó por primera vez lo que estaba haciendo el ejército argentino con el tema Malvinas.

En las islas la temperatura llegaba a estar 5 grados bajo cero, Franco sufría mucho el frío ya que se había criado en Misiones donde la temperatura es un poco mas templada, en esas noches de tanto frío él soñaba con volver algún día y radicarse en la ciudad de Misiones. El uniforme mucho no lo cubría del frío, sólo tenía 2 juegos de calzoncillos largos, cuatro pares de media, zapatillas blancas, borregos, que algunos soldados lo cambiaban por comida, remera blanca ballenera, las verdes, la tricota, un chaleco para el frío, la campera militar y dos pares de guantes. Era un uniforme para la zona sur no para la isla. También tenían una manta para dormir, pero eso no alcanzaba para combatir el frío que hacía en las islas.

Para pasar el frío Raúl dormía en una carpa con otro soldado de apellido Gaggioli, un chico de Entre Ríos de 19 años que era sonámbulo, se juntaban los dos dentro de la carpa para aprovechar el calor humano y las dos mantas. Pasaban los días y no había ni noticias de los ingleses, Raúl llegó a imaginar que podían ganar esta guerra. Sentía que con sus armas iba a ser difícil responder al ataque británico porque tenía armas muy precarias, un FAL del año 71 que cuando lo disparó se dobló el cañón, lo único que mas o menos funcionaban eran las ametralladoras.

Franco que era una persona de 1.80, pesaba 84 kilos, era de buen comer en su pueblo, a la mañana un buen desayuno con tostadas, al mediodía su madre siempre le preparaba una comida casera, por la tarde merendaba mateando en la casa de algún amigo con galletitas y a la noche otra vez la madre preparaba la cena familiar, ya que era el único momento del día donde podían compartir la mesa porque el padre de Franco viajaba por el interior de Santa Fe. En Malvinas y durante los combates la comida empezó a escasear, se comía lo que había, a veces era una sola porción entre 6 soldados. Comúnmente la comida era guiso de cordero. Las cosas se pusieron difíciles cuando empezaron los bombardeos, los combates, entonces al cuerpo le costaba responder.

Raúl casi no comía, era un chico de 1.74 y pesaba 70 kilos. De los nervios que tenía durante los bombardeos británicos se le hizo un nudo en la panza y no lo dejaba aprovechar la comida. Por la mañana tomaba mate cocido preparado por el mismo, al mediodía comía la ración del almuerzo y la de la cena, por la noche comía la merienda y el desayuno y cuando no llegaba la comida él y otros compañeros salían a cazar corderos y lo comían como venía.

Franco aparte de soportar el hambre y el frío, también soportó el agua, el estaba en las trincheras, había cavado un pozo, que se llamaba “pozo de zorro”, cubría el pozo con madera o con un pasto que crecía en las piedras de las islas, el tepe. Allí adentro Franco combatió durante 45 días, el agua en Malvinas brotaba desde abajo por eso las trincheras se llenaban de agua.

En su último día en las islas Raúl vio morir a dos compañeros cuando fueron bombardeados por aviones británicas, el cielo se había vuelto inestable, estaba a punto de llover, cuando entre las nubes aparecieron dos aviones británicas disparando a discreción, había un griterío infernal, todos pensaban que era el final, que iban a morir lejos de casa, Raúl se tiró entre los árboles cuerpo a tierra y se quedó inmóvil durante 10 minutos, fueron eternos, se transformaron en horas, escuchaba la muerte que lo acechaba a pasos de él. Cuando logró ponerse en pie lo veía era una réplica del infierno, cuerpos mutilados, sin cabezas, como pudo se acercó a un soldado que estaba herido pero podía caminar y juntos corrieron en retirada.

Cuando estaba por finalizar la guerra a favor de los Británicos, Franco había quedado en primera línea, todos los regimientos que estaban para el lado de Ganso Verde se habían replegado. En una ráfaga de segundos aparecieron dos aviones inglesas que abrieron fuego contra los soldados argentinos, Franco se quedó inmóvil ante esta situación y recibió un disparo en su hombro y cayó, quedó tendido en el suelo mientras veía como horrorizados los otros soldados caían muertos uno por uno. Cuando Franco creyó que se iba morir en la isla, se le acercó un soldado para ayudarlo a levantarse y salir en retirada, era Raúl Ponce, quien ayudó a Franco para salir de la zona de fuego.

Ambos llegaron a Puerto Argentino, y la noticia que escucharon les cayó como un baldazo de agua fría, el Gobernador Mario Benjamín Menéndez había firmado la rendición del conflicto bélico por las Islas Malvinas. Raúl sintió un fuerte alivio de estar vivo, que todo había terminado, que volvería a su pueblo natal, a Obispo Trejo. En cambio Franco sintió impotencia, una tristeza cuando vio como bajaban la bandera Argentina y la remplazaban por la bandera inglesa.

Después de 27 años las heridas siguen abiertas, Raúl Ponce formó una familia, se radicó en Zavalla y realiza trabajo de albañilería, se sigue juntando con ex combatientes en cada aniversario, y da charlas en distintas escuelas. Franco Gutiérrez por su parte abrió su propio negocio en Pérez, una fábrica de ropa de bebés y junto con Raúl Ponce también da charlas sobre la guerra de Malvinas.